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viernes, 3 de julio de 2020

Histórico dirigente de la Reforma Agraria de Catemu sería el primer fallecido por Coronavirus

Fue despedido con caravana de vehículos, globos blancos y pétalos de flores camino al cementerio

CATEMU.- “Si no hubiese sido por el virus, el pueblo entero habría salido a despedirlo”, dice Juan Pastén Zamora, nieto de uno de los vecinos más antiguos y relevantes en la historia del sector de San José, en la comuna de Catemu. Se trata de Eloi Augusto Pastén Acevedo, uno de los impulsores a nivel local de la Reforma Agraria en la década del sesenta.
Según el registro civil nació el 28 de enero de 1933, aunque su familia reconoce que alcanzó los 92 años, no 87. “Antes los inscribían más tarde”, recuerdan entre risas. Oriundo de Llay Llay, llegó a San José con 10 años, siendo el mayor de los 13 hijos de Augusto Pastén Casanova y Adela Acevedo Gálvez.
Estudió en la escuela del Fundo San José, propiedad -en aquel entonces- de Francisco Valencia, para luego trabajar en el campo. A los 26 años conoció a María Elisa Verdejo Hidalgo, de 16, quien también vivía en el fundo. Se casaron por la iglesia el 26 de junio de 1960 y tuvieron cinco hijos: Myriam, Adela, Manuel, Oriana y Juan Carlos, además de cinco nietos y tres bisnietos.
Sus cercanos lo definen como un hombre de carácter fuerte, que “por sobre todo, siempre mantuvo unida a su familia. Fue un gran abuelo y un gran padre. Le gustaba tener su campo lo más hermoso posible y era un guerrero total, nos enseñó a ser respetuosos y perseverantes”, dice emocionado Juan.
AGRICULTOR Y CARPINTERO
Era común verlo desde las 6 de la mañana en su campo, regando sus árboles frutales y usando siempre su boina característica. La agricultura fue su pasión, lo cual quedó demostrado cuando fue uno de los dirigentes campesinos que protagonizó la Reforma Agraria en el sector.
“Mi padre luchó por darle dignidad a la gente del campo. Gracias a él, muchos hoy tienen su tierra”, añade su hija Adela. Pero también tenía otro oficio: la carpintería. Sus hijos recuerdan los juguetes que les hacía para Navidad además de las cruces del Cementerio Parroquial de Santa Margarita, casi todas hechas por él.
No le gustaba ir al médico y gozaba de buena salud. Cuando sentía alguna molestia acudía a las plantas medicinales. Pero lo que ocurrió la noche del sábado 13 de junio escapaba de sus manos. Le faltaba el aire y no podía respirar, por lo que su familia llamó al SAMU.
INEXPLICABLE CONTAGIO
Fue examinado pero, como se sentía mejor, prefirió no ir al hospital. Sin embargo, la madrugada del domingo su salud empeoró y fue llevado a Llay Llay. Su cuadro era grave por lo que fue trasladado a San Felipe, desde donde lo mandaron de vuelta a la comuna vecina.
Según cuenta su familia, esa misma noche le hicieron el PCR, ya que había ingresado al centro asistencial por un problema respiratorio. Y el lunes 15 recibieron una notificación que aún les causa extrañeza: era positivo a Covid-19 y no sabían cómo se había contagiado.
Ese día se sintió mejor pero su situación se agravó el miércoles. Contra todo mal pronóstico, el jueves fue un día auspicioso e incluso participó de una videollamada con su familia. Quienes vivían con él se hicieron el PCR por ser contactos estrechos, pero todos salieron negativos. Esto generaba más duda sobre el origen del contagio.
Se mantuvo estable hasta el domingo 19, pero con el paso de las horas su salud empeoró. Finalmente, la noche del martes 23, Eloi Pastén falleció de una neumonía por Covid-19. Hasta el último informe epidemiológico, Catemu suma un fallecido, por lo que se trataría de la primera víctima de la pandemia en la comuna.
Al dolor de su partida se sumaron los estrictos protocolos de despedida. Ni sus hermanas de San Felipe y Quilpué pudieron viajar a decirle adiós. El único consuelo que le queda a la familia es el inmenso cariño que la comunidad le entregó a su ser querido.
El miércoles 24, antes de ser llevado a su última morada, sus cercanos lo acompañaron en una caravana de vehículos hasta sus tierras, donde hermanos y vecinos de todas las edades salieron a la puerta de sus casas con globos blancos y lanzaron pétalos de flores, como homenaje a uno de los residentes más antiguos y queridos de San José.

El Observador

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